Aún recuerdo el viejo caserón de la calle Calzada entre Paseo y 2, Vedado, que constituyó el cuerpo inicial de lo que llegaría a ser el Hotel Trotcha. Seguía en pie como casa de vecindad o cuartería en los años 70 del pasado siglo, hasta que un incendio lo destruyó.
Allí íbamos los niños del barrio a jugar. El tiempo y el exceso de inquilinos habían hecho lo suyo y el conjunto de la edificación desvencijada y los jardines convertidos en maleza se nos presentaban como un sitio atractivo.
A pesar de vivir desde entonces a pocas cuadras, no recuerdo el incendio que destruyó el antiguo hotel. He leído que fue por los años 80, pero muchas personas creen erróneamente que las ruinas devenidas hoy en símbolo e imagen de la zona proceden de tiempos más lejanos.
La historia del primer hotel que tuvo el Vedado, barrio exclusivo y poco poblado a fines del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, se remonta a 1883 o 1886, según la fuente, fecha en que el catalán Ventura Trotcha (también se le menciona como Buenaventura) abrió un elegante salón que pronto se convirtió en sitio de moda. Trotcha había llegado a Cuba en 1850.
Incursionando en el negocio inmobiliario adquirió un amplio terreno en la intersección de la calle Calzada y la calle 2. La costa, el mar, estaban a solo unos 250 metros, no existía el Malecón ni el enjambre de edificios construidos mucho después. Así, la brisa marina y la tranquilidad de una zona muy arbolada fue escenario ideal para el próspero salón.
La constante expansión del Vedado, su urbanización, así como el éxito del salón, llevaron a Trotcha, en 1890, a construir habitaciones, servicios sanitarios, baños, un restaurante – bar de reconocida gastronomía y salas de billar y lectura. Se accedía por una elegante escalera de mármol blanco con barandas de hierro.
Nuevos y hermosos jardines rodearon la peculiar edificación que combinaba distintos estilos, tuvo cubierta de madera y tejas francesas, ventanas exteriores con vitrales de medio punto y elegantes barandas de hierro fundido.
El hotel tuvo dos modificaciones posteriores, una en torno a 1902 y otra en 1904. Fueron construidos nuevos bloques, al primero se le llamó Edén y Washington al construido en el último año citado.
El Hotel Trotcha funcionó como tal hasta los años 30 del siglo XX, transformándose desde entonces en una casa de huéspedes. En fechas más recientes y hasta su destrucción fue una casa de vecindad o cuartería (inquilinato, conventillo en otros países).
En épocas de gloria acogió a huéspedes ilustres; se dice que entre ellos estuvieron los poetas Rubén Darío y Julián del Casal, el torero De Mazzantini y la famosa actriz Sarah Bernhardt.
En su obra “100 famosos en La Habana”, Leonardo Depestre Catony menciona así la estancia de la Bernhardt en el Trotcha: “…La Habana que recibió a Sarah Bernhardt, en enero de 1887, la alojó en el entonces suntuoso hotel Trotcha – ya desaparecido, en las calles Calzada y 2, en El Vedado – y le ofreció el Teatro Tacón para que deslumbrara con su talento…”.
En una de sus crónicas Julián del Casal describió el hotel: “Tiene a la entrada una verja de hierro cuyas hojas permanecen siempre abiertas. Detrás de la verja se encuentra un jardín encantador, lleno de plantas deliciosas y de arbustos floridos. Los senderos están cubiertos de arena, a la manera de un parque inglés. En los ángulos del jardín se han levantado cuatro glorietas espaciosas, bajo cuya sombra pueden descansar los huéspedes, sentados alrededor de elegantes mesitas, saboreando sus licores predilectos”.
Sus instalaciones también fueron la sede de la comisión que determinó las condiciones de la evacuación del país por parte de las tropas españolas al término de la última guerra de independencia, y entre 1899 y 1902, los generales de la intervención estadounidense se hospedaron en el Hotel Trotcha.
En los primeros días de septiembre de 2017 el huracán Irma derribó los últimos vestigios del Hotel Trotcha, quedando solo para su recuerdo dos columnas de un portón de la cerca perimetral. Todo lo demás permanecerá en las crónicas sobre nuestra ciudad.